Sally MacKenzie siempre quiso ser escritora. Fue a la universidad y se graduó en inglés. Después de eso, hizo lo que muchos graduados de su misma especialidad suelen hacer: se inscribió en la facultad de derecho. Sin embargo, no podía quitarse de la cabeza su sueño de escribir.
A medio camino de su nueva carrera, se dio cuenta de que no le apetecía nada convertirse en abogado. Se dio de baja, volvió a su casa en Washington D.C. y, cuando sus hijos se hicieron mayores, se fueron a la universidad, se casaron y el nido empezó a quedarse vacío, se puso a escribir su primera novela.
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